lunes, 30 de noviembre de 2009

Joaquín de Fiore (Gioacchino da Fiore)
Fue un monje circestiense que vivió aprox. entre el 1135 y el 1202, nace en la actual región de Calabria. Habiendo tenido una experiencia mística en Constantinopla, entra en la orden del Cister. Esta es una orden fundada por el abad de Molesmes, quién abandonó el monasterio benedictino en el que se encontraba para ir en busca de una perfección más elevada, por ello se retira al bosque desierto del Cister y funda una nueva orden con ese nombre.
De Fiore entra en la orden en la edad adulta –de acuerdo a lo que se puede aproximar por la biografía más antigua existente- luego de un largo itinerario que emprende a causa de la ligereza que veía en la vida de los suyos y específicamente del apego que tenían por los bienes terrenales. Tiene varias experiencias de revelaciones provenientes de lo sobrenatural y a lo largo de su peregrinar es ordenado sacerdote, prior de un monasterio y luego abad. Luego continúa errando en busca de soledad y finalmente crea su propia orden, que crece con el paso del tiempo. Así conoce reyes y princesas de su tiempo, que lo consultan sobre cuestiones teológicas y de interpretación de la Escritura.
Se enferma y muere el 30 de marzo de 1202.
Filosofía Joaquinita de la historia
Sus ideas sobre la historia nacen de una interpretación mística; ve en sueños un instrumento musical anómalo. Para él la historia de la humanidad es un proceso de desarrollo espiritual, que pasa por tres fases:
1. Edad del Padre, Edad del Hijo, y del E. Santo.
En esta concepción hay una plasmación de la Trinidad en el tiempo y cada edad repite los acontecimientos ocurridos en la anterior, siendo casi todos los hechos muy parecidos entre las tres edades. Este autor está formulando la idea de que se puede conocer el futuro, y así poder profetizar el fin del mundo. Estas cosas las volverán a plantear Karl Marx o Comte, aunque suprimiendo el elemento divino.
Los tres estados del mundo
Entre 1184 y 1187 el cistercienciense Joaquín de Fiore redactó su expositio in Apocalypsim -tema sobre el cual lo había consultado el rey de Francia Felipe II Augusto-, en el cual se hablaba de la sucesión de tres épocas (o estados) en la evolución de la humanidad. Cada una de ellas respondía a una persona de la Trinidad y a una determinada categoría de hombres.
Cada una de las tres edades tiene unas características propias y una evolución:
1. La Edad del Padre abarca desde la Creación hasta el nacimiento de Cristo. Es una edad dominada por el miedo al castigo y las figuras importantes de esta etapa son los profetas.
2. La Edad del Hijo, que empieza con el nacimiento de Cristo, está dominada por el sentimiento de fe y sus figuras importantes son los sacerdotes. Joaquín de Fiore vivió en esta época.
3. La Edad del Espíritu Santo, que comienza con el Milenio. Es una edad en la que domina la fraternidad en Cristo, es una época en la que no habrá guerras ni enemistades y las figuras importantes serán los monjes.
1er estado 2do estado 3er. estado
Edad del Padre Edad del Hijo Edad del Espíritu Santo
Antiguo Testamento Nuevo Testamento “Evangelio eterno”
Esclavitud filiación libertad
látigo acción Contemplación
temor Fe Caridad
esclavos Hombres libres Amigos
estrellas aurora Día
Hombres casados/reyes sacerdotes Monjes
Ley Sacramentos/Iglesia (gracia) No sacramentos/no Iglesia (sobreabundancia de gracia)
Scientia: conocimiento cosas humanas Sapientia ex parte: visión parcial de lo divino Plenitudo intellectus:plenitud del conocimiento espiritual.
Comienzo: Adán Osías San Benito
Inauguración: Moisés Cristo Joaquín
Fin: Cristo 1200 Fin del mundo

Innovación y determinismo en Fiore
Concepto de necesidad histórica: hay una ley que gobierna la historia, y las tres edades se dan necesariamente, por ello se habla de determinismo histórico. Una de las ideas que estarán destinadas a tener más consecuencias futuras es la de la historia como despliegue temporal de acontecimientos, cada uno de los cuales se presenta como cumplimiento de lo anterior y anuncio del siguiente. Esta visión sustituye a la de la historia como expectativa del futuro, que era lo que subyacía en La Ciudad de Dios (S.Agustín). En ese despliegue temporal, cada estado suplanta al precedente, de modo que cada uno contiene su propia clase de verdad y de necesidad –tal como sucederá después con Comte y Hegel-. La misma verdad cristiana tiene carácter temporal.
Además de esas edades hay generaciones de 30 años. La suya es la 14 y profetiza el juicio final en el 1260.

La Iglesia (tal como se entendía habitualmente) se asentaba sobre una Revelación dada de una vez para siempre. Joaquín habla de una revelación en el tiempo y la Iglesia como institución pasajera. Es temporal. Cristo deja de ser el centro de la Historia y la revelación pasa a ser temporal.

Joaquín: Primero que estructuró la historia en 3 edades.

La liberación de la segunda edad exigía la cooperación de todos los que estaban contra las fuerzas del mal: a pesar de que era inevitable, sería costosa, precisaría ese esfuerzo.
La Iglesia de la 3ª edad será humilde y pobre: esto es una crítica a la Iglesia de su tiempo, que se considera prostituida al poder temporal: así el joaquinismo se convierte en movimiento político.

Según Saranyana y de Zaballa, los rasgos del joaquinismo son:
• Interpretación de la historia profana en clave de historia salutis.
• Exégesis del AT y NT buscando su concordancia
• División de la historia en tres: cada edad es apropiación de una de las Personas
• Nueva y plena comprensión espiritual de la Escritura (evangelio eterno) durante la 3ª edad.
• Nueva economía de salvación que se instaurará antes del eschaton.

Esto supone algunos aspectos teológicos:
• La unidad de las tres personas divinas sólo es moral, ya que las “apropiaciones” equivalen a propiedades de cada una, que no tiene la otra.
• La Iglesia en el mundo se confunde con la Iglesia del Cielo.
• Se tiene por caduca la Nueva Ley, y se instaurará otra “novísima”.

Con Joaquín y sus herederos, el fin de la historia se temporaliza. La misión apostólica de la Iglesia se reabsorbe y confunde en la lucha por una sociedad política perfecta. El camino del hombre hacia su fin no es trascendente, como en San Agustín, sino social, inmanente.
Para San Agustín sólo la Historia sagrada tiene una dirección hacia su plenitud escatológica. La historia profana solo espera el final y su presente modo de ser es el de un ser que envejece. Sin embargo, para Joaquín la plenitud histórica se dará en el tiempo.

El joaquinismo fue intransigente con los poderes de este mundo: ej será el programa milenarista de Tabor, entre los checos (ver texto), o anabaptistas, Muntzer, puritanos que propugnan un igualitarismo radical. (levellers). La idea de “pueblo elegido” dotado de una particular misión histórica, como es el caso de los Pilgrim Fathers, es también herencia del joaquinismo.

Se cree que Colón habría estado influido por Fiore. Y los Franciscanos, al llegar a América, también tienen esas influencias. Dice el historiador Elliot: “Estos primeros misioneros enviados al continente americano se tomaron a sí mismos como agentes divinos de un providencial despliegue de la historia en el que por fin iba a producirse la conversión de toda la humanidad, tras lo cual llegaría el fin del mundo”. (En Benavides, 160).

Dice De Lubac que todo el siglo XIX está atravesado por un río joaquinita con múltiples y diversos brazos. Entre las sectas hay que mencionar a la masonería.
El milenarismo joaquinita estaría destinado a una posteridad ideológica importante: por ej la estructura tripartita de la historia y que la tercera fase es la de perfección social. En esa larga metamorfosis a veces acabará por ser irreconocible, afirma Lubac en La posterité spirituelle de J de Fiore. Otro aporte es la idea progresiva de la historia y la idea del caudillo precursor. Desde el punto de vista socio-político, introduce la idea de que en ese reino perfecto habrá una fraternidad universal sin necesidad de autoridad.